Querido Diario…
He vuelto…
Siento haberlo dejado en un final con suspense, pero un tema tal importancia para la historia debe ser tratado con el respeto y decoro que se merece.
Dejadme que os ponga en situación describiéndoos cómo ha sido hoy… Otro día en el Cielo, sólo porque ahí existe un único verdadero ángel en mi vida – Watanabe Kyosuke.
Hoy ha sido otro glorioso día en el insti. Me he paseado por los pasillos del Instituto Meiwa cómo la auténtica figura real y majestuosa que soy, con mi largo y rubio pelo revoloteando tras de mí, mientras mis devotos fanáticos – chicos y chicas – me contemplaban. Pero entre todos los halagos y responsabilidades, mi corazón late por un alma – Watanabe Kyosuke. Ese adorable alumnillo de 4º de primaria en el colegio de al lado. Él es la gema más preciosa para mí en este caótico mundo mío.
¿Oh? ¿Ya había dicho su nombre? ¿Es demasiado? Permitidme remediar eso – ¡Watanabe Kyosuke! ¡Watanabe Kyosuke! ¡Watanabe Kyosuke! ¡Watanabe Kyosuke! ¡Watanabe Kyosuke! Ejem. Sí. ¡Quejaos más, y gritaré su nombre hasta los cielos incluso más!
Ejem… ¿Por dónde iba? Ah sí… ¡Mi día! Mi día comenzó - cómo siempre – con la habitual rutina, una copa de té de jazmín y un vistazo rápido a mis perfiles de redes sociales, asegurándome de que mi imagen se mantiene perfecta e inmaculada.
Mi madre entonces me convocó al salón, mi estúpida y pervertida hermana le hacía la manicura mientras Mamá parloteaba. Su voz tenía la mezcla perfecta de elegancia de emoción, desdén y molestia, mientras me recordaba ser puntual para la cena familiar de esta noche.
¡Oh sí, Queridísima Mami! Como si pudiera perderme ALGUNA VEZ la oportunidad de ser vista con mi familia ‘perfecta’. ¡LE PUAJ! ¡LE VOMITÈ! El simple pensamiento de tener que fingir ser un feliz miembro de este clan de pervertidos me da cringe, pero prometí que estaría ahí con una sonrisa pegada a la cara.
Uuff… ¡las cosas que hacemos por el estatus!
Sea como sea, mientras el día escolar avanzaba, mi anticipación aumentaba. No podía esperar para que sonara el timbre, señalando el descanso para el almuerzo y mi oportunidad de visitar a mi dulce Kyosuke. Mi corazón revoloteaba conforme me acercaba al puente que conectaba nuestras instituciones. La pintura roja brillante hacía fuerte contraste con el gris férreo de los edificios circundantes. Es poca cosa, pero parece el puente a otro mundo, un lugar dónde puedo ser yo misma con la persona que me entiende de verdad, que me ama por ser quien soy, quien siente la pasión de nuestro amor prohibido tanto como yo.
Por fin, llegó el momento. Me paseé hasta la Escuela de Primaria Meiwa, mis tacones estaban chasqueaban contra el suelo pulido, los ecos retumbaban por las paredes cómo una sinfonía de poder.
Los profesores me recibieron con profundas reverencias que chuchos de su condición se espera que hagan. Los ojos de los estudiantes más jóvenes se abrieron de par en par, susurrando mi nombre con asombro. Ahhh.. son momentos cómo estos que me hacen sentir viva y especial, pero nada de eso importaba cuando le vi a ÉL sentado al borde del patio, sentado en un pequeño columpio, con sus piernas balaceándose adelante y atrás, absorto en sus pensamientos.
Él levanto la mirada mientras me acercaba, sus mejillas estaban sonrojándose como los pétalos de un cerezo. Obviamente estaba pensando profundamente en cuándo iba a volver a su vida de nuevo, y el pensamiento de mis suaves labios acariciando sus adorables mejillas las había dotado de un casto enrojecimiento.
TAMBIÉN podría haber sido por las bajas temperaturas de ese día – ¡pero oye, yo soy la que cuenta la historia aquí, yo extrapolo los datos bajo mi criterio!
Me contoneé elegantemente hacia él, ocultando mis propios sonrojos mientras me acercaba a mi joven Romeo, mis ojos se encontraban con los suyos en un apasionado abrazo de miradas.
“¡Ey, muñeca! ¡Estamos jugando a la rayuela aquí!”
Fui violentamente sacada de mis pensamientos íntimos para ver a éstas dos odiosas perras plantadas frente a mí con una comba. Tienen la misma mirada de desprecio hacia mí en su cara que una celebridad tiene cuando se encuentran con niños de la calle en sus mesas de la cena.
“Sí, esto es un patio. ¿Porqué si quiera estás aquí?” La más baja de las chicas continuó.
Siendo el símbolo de los modales, la paciencia y la servidumbre, me incliné y les sonreí cándidamente.
Entonces susurré a sus oídos, educadamente informando a las dos pilas de basura de lo que haría si agarrase su comba y les prometí que le llevaría al proctólogo favorito de sus familias al menos dos meses sacar dichos objetos de sus traseros si no dejaban el lugar ¡INMEDIATAMENTE!
Tras escuchar mi educada petición, ambas chicas huyeron absolutamente aterrorizadas y corrieron muy muy lejos – quizás incluso hasta Denver. ¡Hasta la vista, paganillas!
Y así, libre de nuevo, me moví hacia mi prometido, sonriendo suave y afeminadamente.
“Buenas… tardes Kyosuke-kun. ¿C..C..Cómo estás?”
“Emiko-san,” tartamudeó él, con su voz llena de timidez e inocencia. No podía evitar sentir un calor esparcirse en mí, cómo el primer sorbo de una perfectamente elaborada taza de té en una noche fría de invierno. “¿Qué te trae aquí hoy, mi única fuente de amor y deseo?”
Por desgracia, sin embargo, la última parte sólo estaba en mi cabeza y no pasó realmente. En su lugar, mir querido compañero de vida dijo…
“Em… ¿tú quién eres?” La pequeña figura preguntó confusa.
Una parte de mi corazón se rompió del estupor y desaliento. ¿Cómo se había podido olvidar?
Obviamente, debía de haber tenido una mala conmoción ese día - ¡y le había causado pérdida de memorial temporal! ¡Sí, debe de haber sido eso!
“¡EMIKO! ¡TAKAGAWA EMIKO!” grité asombrada, “¡Soy la Presidenta del Cuerpo Estudiantil de nuestros centros!”
“¡Ah sí!” El preciosín dijo, dando con su puño derecho un golpe a su mano izquierda “¡Ya me acuerdo! ¡La Princesa Dragón!”
“¿L… la… qué?” grité ahogadamente, con mi cuerpo partiéndose en peñascos carbonizados de rocas fundidas cenizas y derrumbándose hacia el abismo de agonía y dolor.
Entonces él sonrió suavemente, calentando mi corazón y permitiéndome volver mágicamente a mi majestuosa – y debo decir – totalmente voluptuosa forma.
“Pues… em… ¿porqué estás aquí, Señorita Dra… Quiero decir Takagawa-onee-sama? ¿No deberías estar en el instituto?”
“Oh… sólo un pequeño asunto presidencial,” contesté guiñando el ojo, sentándome junto a él en los columpios. “Pero me gusta ver a mis estudiantes del otro lado. Asegurarme de que todos están felices y bien.”
En realidad yo sólo quería ver su adorable cara y besarla entera… ¡Pero eso estaba completamente en mi mente así él que nunca lo oyó!
Él dio una risilla, y el sonido era cómo el tintineo de una campana de viento, música para mis oídos. El habló sobre su día, sus amigos, y su más reciente obsesión con un nuevo manga. Era todo tan… normal. Y yo simplemente me senté y escuché… mis ojos estaban fijos en su adorables, encantadores y monos rasgos mientras hablaba. Me miró con esos grandes e inocentes ojos, y sabía que él lo sentía también. La conexión que teníamos era electrizante, y crecía más cada vez que estábamos juntos.
Mientras nos columpiábamos adelante y atrás, con el viento jugaba gentilmente con nuestros cabellos, decidí que era hora de tantear el terreno.
“Kyosuke,” Comencé, con mi voz suave y tierna, “¿te gustaría si te invitara a un sundae de chocolate mañana después de clase?”
Sus ojos se abrieron de par en par, y miró a otro lado, pateando sus pies contra el suelo para parar su columpio. “Em... no lo sé,” murmuró. “Mami quiere que vaya directamente a casa… y no salir con extraños…”
“¿Soy un extraño, Kyosuke?”
Miró arriba pensativo durante un rato y entonces sonrió.
“¡No! ¡Ey, supongo que no!”
“Bueno, entonces sólo dile a tu querida madre que simplemente se trata de un encuentro escolar con la Presidenta del Cuerpo Estudiantil. Estoy segura de que le parecerá bien.” Dije tranquilizadoramente, colocando mis gentiles manos sobre las suyas. “Incluso le diré a qué cafetería vamos a ir.”
Y entonces cambié de lugar en el último momento para que esa pequeña picardía no nos impidiera hacer el amor dulcemente… ¡Pero eso TAMBIÉN estaba completamente en mi propia imaginación así que él nunca lo oyó!
El silencio entre nosotros aumentó más que el pelaje de un gato en invierno, pero sus manos nunca se retiraron de las mías. Él estaba pensando, reflexionando sobre lo que yo había dicho. Podía ver los engranajes girar en su pequeña cabeza, la curiosidad en sus ojos.
“Vale,” dijo finalmente él, con su voz casi suspirando. “se lo diré esta noche.”
Y con eso, supe que nuestra relación estaba a punto de dar un giro, un giro hacia territorio inexplorado. Sentí un entusiasmo temeroso y emocionante – el tipo que sientes cuando estás a punto de saltar de un precipicio hacia los ardientes páramos del Infierno, Purgatorio y tráfico de hora punta.
Mientras el patio se volvió más silencioso y las sombras crecían, era la hora de que yo volviera a mi propio centro. Con la promesa de volver a vernos mañana, le di a Kyosuke una cálida sonrisa y me giré para marcharme.
La cena familiar de esa noche fue… terrible. Madre y Saori estaban vestidas con sus ostentosos atuendos, nuestros sirvientes estaban intentando jugar a los pacificadores mientras yo estaba sentada ahí, absorta en mis pensamientos sobre Kyosuke. La tensión era lo suficientemente densa para cortarla con un palillo, y mi apetito estaba tan ausente como mi demente padre. Movía mi comida alrededor del plato, fingiendo interés por sus historietas dramáticas del trabajo o el último escándalo de celebridades.
Todo en lo que podía pensar – y sigo pensando – era la forma en la que la mano de Kyosuke se sentía en la mía, la forma en la que sus ojos buscaban respuestas en los míos. Era cómo un canto de sirena, retrayéndome a la simpleza del patio, fuera de la locura de mi vida.
Kyosuke, serás mío.